jueves, 17 de febrero de 2011

El telescopio espacial Planck descubre un nuevo supercúmulo de galaxias

El telescopio espacial Planck ha obtenido las primeras imágenes de cúmulos de galaxias obtenidas mediante el efecto Sunyaev-Zel'dovich (SZ), resultado de la interacción de la radiación de fondo de microondas con la materia en esos cúmulos. Investigadores del Grupo de Cosmología Observacional del Instituto de Física de Cantabria (IFCA, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad de Cantabria), que trabajan en el proyecto Planck, valoraron el resultado como “de gran relevancia”, ya que es la primera vez que se realizan este tipo de observaciones.

Los cúmulos contienen cientos de galaxias y son los objetos más grandes del Universo. A través de su estudio se puede inferir la cantidad de materia del Universo, su edad y las propiedades de la materia oscura, la cual es aún un misterio para la ciencia. El descubrimiento “abre una ventana totalmente nueva sobre los supercúmulos”, explica José María Diego, investigador del IFCA y uno de los miembros del grupo que investiga los cúmulos con el efecto SZ. Según el científico, Planck permitirá responder a preguntas clave sobre la localización de la materia bariónica perdida alrededor de cúmulos de galaxias y sobre la formación de estas estructuras.


La detección de este supercúmulo es un avance a los nuevos descubrimientos que aportara Planck en este campo. Los datos de Planck muestran una gran concentración de plasma caliente entre los tres cúmulos (los cuales se pueden observar en rayos-X) que forman el supercúmulo. La presencia de este gas podría explicarse con fenómenos muy energéticos en el interior de los cúmulos o con una colisión entre los cúmulos que dejaría una gran concentración de plasma en el espacio existente entre los mismos.


Cazador de cúmulos

Lanzado el 14 de mayo de 2009 para estudiar la luz más antigua del cosmos, el Fondo Cósmico de Microondas (CMB), el telescopio espacial cuenta con un conjunto de nueve canales de frecuencia que cubren todo el rango espectral desde 30 a 857 GHz, lo que le convierte en un excelente cazador de cúmulos de galaxias. De hecho, los canales fueron seleccionados cuidadosamente por el equipo de Planck para el estudio del efecto SZ. Planck seguirá observando el Universo desde el espacio hasta el año 2013.

El Instituto de Física de Cantabria y el Departamento de Ingeniería de Comunicaciones de la UC han trabajado en el diseño y la calibración del Instrumento de Baja Frecuencia (LFI, en inglés Low Frecuency Instrument) de Planck. El IFCA también participa en la fase de explotación científica de los datos, con especial dedicación a la separación de las distintas componentes presentes en las imágenes.


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El Sol lanza una potente llamarada solar

Los efectos de una potente llamarada lanzada por el Sol el pasado domingo 13 y fotografíada por el observatorio de la NASA SDO (Solar Dynamics Observatory), podría dejar sentir esta semana sus efectos sobre la Tierra, aunque de forma inocua según los expertos. La fuerte tormenta solar, ocurrida a unos 150 millones de kilómetros de distancia, permitirá a los habitantes de las zonas polares disfrutar de espectaculares auroras hasta el viernes.

Los instrumentos del satélite SOHO, también dedicado al estudio de nuestra estrella, confirmaron que la explosión había producido una eyección de masa coronal muy rápida. La fulguración se produjo en una región activa del sol, la mancha solar 1158, que según la NASA está creciendo a gran velocidad. El resultado es que millones de toneladas de partículas de plasma salieron del Sol a una velocidad superior a un millón de kilómetros por hora, provocando una tormenta geomagnética al interactuar con el campo magnético terrestre de nuestro planeta.

La tormenta solar más severa registrada a lo largo de la historia ocurrió en 1859, y se conoce como fulguración de Carrington o evento Carrington. Esa explosión causó fallos electromagnéticos a lo largo de todo el mundo, y aparecieron auroras en latitudes tan inusuales como el ecuador.

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sábado, 5 de febrero de 2011

Hay más de 50 planetas con posibilidades de albergar vida

Fuera del sistema solar, el telescopio orbital Kepler captó 1.235 cuerpos celestes, la gran mayoría más pequeños que Júpiter. Algunos se aproximan al tamaño de la Tierra, pero están a millones de años luz.
Un telescopio orbital de la NASA está buscando nuevas posibilidades de que haya vida extraterrestre, analizando incluso más de 50 potenciales planetas que parecen estar en una zona con condiciones tales que podrían tener habitantes.

En sólo un año de atisbo celestial en un pequeño sector de nuestra galaxia, el telescopio Kepler ha hallado 1.235 posibles planetas fuera del sistema solar. De ellos, 54 parecen estar dentro de la gama que podría albergar alguna forma de vida, es decir, no ser demasiado calientes ni demasiado fríos, dijo el director científico del proyecto, William Borucki.

Hasta ahora, sólo dos planetas fuera de nuestro sistema solar parecían tener dichas características, aunque con muchas dudas.

Tener 54 posibilidades "es una cantidad enorme, inconcebible", se entusiasmó Borucki. "Es notable ver esta cifra porque hasta ahora era cero".

Los más de 1.200 cuerpos celestes todavía no han sido confirmados como planetas, pero Borucki calcula que el 80% serán verificados. Por lo menos otro astrónomo cree que Kepler podría tener un 90% de aciertos.

Más allá, sería otro gran paso demostrar que un planeta tenga algunas de las condiciones básicas necesarias para permitir la vida, como tamaño, composición, temperatura y distancia de su estrella. Otros aspectos más avanzados de su habitabilidad, como condiciones atmosféricas específicas y la presencia de agua y carbono, requieren telescopios que todavía no existen.

Además, el hecho de que un planeta tenga las condiciones requeridas no significa necesariamente que tenga vida. Marte es un buen ejemplo. Y cuando los científicos buscan formas de vida no es obligatoriamente vida inteligente: podrían ser bacterias o moho o acaso alguna forma de vida inimaginable.

Antes del anuncio de Kepler, el número de planetas fuera del sistema solar -exoplanetas- era de 519. Eso significa que Kepler podría triplicar el número de planetas conocidos.

El telescopio en órbita halló además que hay muchos más planetas relativamente pequeños y más estrellas con más de un planeta en órbita.

"Estamos viendo muchos planetas, lo que es buena señal", dijo Jack Lissauer, astrónomo en la Universidad de California, investigador del proyecto.

El telescopio, lanzado en 2009, ha estado orbitando el Sol entre la Tierra y Marte, ha conducido un censo planetario y ha estado buscando planetas similares a la Tierra desde el año pasado. Halló que hay más planetas mucho más pequeños que Júpiter -el mayor de nuestro sistema solar- que planetas gigantes.

Algunos de los descubiertos se aproximan al tamaño de la Tierra. Esto significa que hay más candidatos potenciales a albergar vida que los cuerpos enormes más fácilmente divisables, dicen los astrónomos.

Aunque Kepler todavía no halló planetas del tamaño de la Tierra, todos los resultados "apuntan en la dirección correcta", dijo el astrónomo Jonathan Fortney, de la Universidad de California en Santa Cruz, un investigador de Kepler.

Debra Fischer, experta en exoplanetas de la Universidad de Yale, que no participa en el equipo Kepler pero que funciona como experta externa de la NASA, dijo que la nueva información "nos da una base mucho más firme" en la esperanza de hallar mundos propicios para la vida.

"Me siento diferente hoy conociendo estos nuevos resultados de Kepler que hace una semana", agregó.

Todas las estrellas que investiga Kepler están en nuestra propia galaxia Vía Láctea, pero están tan lejos que viajar a ellos no es realista. En algunos casos tomaría muchos millones de años con la tecnología actual.

Lo que entusiasma a los astrónomos es que, mientras más planetas haya, especialmente con las condiciones adecuadas, mayores serán las probabilidades de que exista vida en otros rincones del universo.

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Científicos crean una "capa de invisibilidad"

Los expertos de la Universidad de Birmingham (Inglaterra), del Imperial College de Londres y de la Universidad Técnica de Dinamarca anunciaron en la revista Nature que lograron producir el novedoso manto, considerado por el mundo de la física como el "Santo Grial" de la ciencia.
Un equipo de científicos británicos y daneses creó una "capa de invisibilidad" que acerca la fantasía del hombre invisible pues, al estilo de la popular saga cinematográfica de Harry Potter, permite ocultar los objetos que cubre.

Los expertos de la Universidad de Birmingham (Inglaterra), del Imperial College de Londres y de la Universidad Técnica de Dinamarca anunciaron en la revista Nature que lograron producir el novedoso manto, considerado por el mundo de la física como el "Santo Grial" de la ciencia.

La "capa de invisibilidad", que está conformada por cristales calcitas, hace que objetos pequeños como agujas y clips para papeles desaparezcan de la vista.

Hasta ahora los científicos habían logrado crear materiales similares pero que sólo funcionaban para esconder objetos microscópicos, ahora en cambio el grupo de expertos internacionales "dio un paso enorme" al hacer invisibles piezas miles de veces más grandes.

Los científicos británicos y daneses afirmaron que utilizar cristales naturales les permitió hacer invisibles objetos más grandes.

El equipo de expertos, encabezados por el doctor Shuang Zhang, de la escuela de física y astronomía del Imperial College, pegó dos piezas triangulares del cristal de calcita y las ubicó en un espejo.

La luz ingresa en la calcita y se divide en dos rayos de polaridades diferentes que viajan a velocidades y direcciones distintas.

Aunque la "capa" en sí es visible, logra la desaparición visual de los objetos que cubre.

Los investigadores indicaron que el tamaño de la capa no se ve limitado por la tecnología disponible, sino por el área del cristal. En ese sentido, afirmaron que nuevas investigaciones pueden llevar a la creación de dispositivos para esconder objetos de tamaño aún mayor.

El fenómeno de Birrefrigencia, una refracción duplicada de la luz a partir del uso de cristales, habría sido utilizado por los Vikings para ayudarlos a navegar los mares durante fuertes tormentas.

"Este es un enorme descubrimiento, ya que por primera vez el área de la capa cubre una zona lo suficientemente grande para ser vista por el ojo humano", declaró Zhang.

"Al utilizar cristales naturales por primera vez, en lugar de meta-materiales artificiales, logramos aumentar la escala de la capa, que puede esconder objetos más grandes, miles de veces más grandes que en el pasado", agregó.

La investigación fue publicada en la revista británica Nature Communications, bajo el título "Capa de Invisibilidad Macroscópica de Luz Visible".

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Pronóstico extendido para el año... ¡3000!

El aumento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre tendrá un efecto negativo sobre el clima durante al menos otros 1000 años, de acuerdo con un artículo publicado en Nature Geoscience, que auncia para el año 3000 el colapso de las placas de hielo y un aumento del nivel del mar de al menos cuatro metros. Allí , simularon diferentes escenarios de evolución climática para averiguar qué pasaría si dejásemos de usar combustibles fósiles y no emitiéramos más CO2 a la atmósfera desde ahora.
El impacto del aumento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre tendrá un efecto negativo sobre el clima durante al menos otros 1000 años, de acuerdo con un artículo publicado en la revista Nature Geoscience, que auncia para el año 3000 el colapso de las placas de hielo en el oeste de la Antártida y un aumento del nivel del mar de al menos cuatro metros.

Los autores, Shawn Marshall y sus colegas de la Universidad de Calgary (Canadá), simularon con ayuda de ordenadores diferentes escenarios de evolución climática para averiguar qué pasaría si dejásemos de usar combustibles fósiles y no emitiéramos más CO2 a la atmósfera desde ahora.


Su conclusión es que el hemisferio norte no empezaría a recuperarse del calentamiento hasta finales de este milenio, mientras que las zonas australes tardarían aún más en reaccionar. Así, es previsible que el continuo incremento de temperaturas en el hemisferio sur provoque hacia el año 3000 la desertización de un 30% de las tierras fértiles del norte del África, así como la desaparición de las placas de hielo en la Antártida occidental, donde las temperaturas del océano subirán cinco grados centígrados.

Fuente: MuyInteresante.es