El origen del universo, desde el gran estallido producto del Big Bang, ha seguido un derrotero con un sinnúmero de caminos por abarcar y conocer. Si hasta se habla de una “arqueología cósmica” como herramienta que sacuda el polvo de la historia y desande esos senderos. Hoy Futuro abre el juego y presenta vida y obra de las primeras estrellas.
Se encendieron cuando el universo aún gateaba. Cuando todo era oscuridad y promesa. Y cuando no había nadie para verlas nacer. Eran enormes, pesadas, y muy calientes. Brillaron con furia, vivieron rápido y murieron jóvenes. Pero aquellas primeras estrellas no se apagaron sin más: explotaron como ninguna otra cosa haya vuelto a explotar desde entonces. Y además, cambiaron para siempre la historia del Cosmos, porque lo enriquecieron con elementos que ellas mismas habían fabricado en sus hornos termonucleares.
Nuevos elementos forjados a partir del hidrógeno y el helio primigenios, que trajo el Big Bang. Materiales más complejos que pasarían a formar parte de las futuras generaciones de estrellas, como la nuestra, o tantísimas otras. Hoy, más de 13 mil millones de años más tarde, la astronomía, devenida en una suerte de arqueología cósmica, busca pistas y fósiles estelares, traza teorías, y juega con complejas simulaciones por computadora. Así, de a poco, vacilando, tanteando y pensando, la ciencia está comenzando a contar la historia de los súper soles.
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