El autor de El origen de las especies, Charles Darwin, mantuvo a lo largo de toda su vida un gran temor. Casado con su prima Emma Wedgwood, temía que sus hijos pudiesen sufrir problemas genéticos originados por la endogamia.
Así lo señaló un artículo publicado por The New York.
Basado en los casamientos entre primos de primer grado sucedidos durante cuatro generaciones en las dos familias, un programa informático detectó que los descendientes del naturalista inglés tuvieron un leve grado de consaguineidad.
El problema que genera casarse entre primos radica en que se maximizan las posibilidades de heredar un gen defectuoso de ambos padres. Las consecuencias de la endogamia pueden ser vistas -según la última edición de la revista Bio Science- en dolencias recesivas y en el grado de infertilidad.
Darwin, temeroso por los efectos genéticos del casamiento entre primos, llegó a lanzar un alerta sobre el tema.
El zoologista de la Universidad Ohio State, Tim Berra, uno de los autores del estudio sobre los descendientes de Darwin, afirma que el naturista tenía buenas razones para preocuparse.
Después de leer el artículo reciente sobre la endogamia en los Habsburgos, una familia de la realeza europea que casi se extinguió, Berra pidió a los responsables del estudio que se aplicara el mismo programa informático sobre las familias Darwin -Wedgwood.
El grado de consaguineidad entre los hijos de Darwin, además de no resultar excesivo, era suficiente para aumentar el riesgo de dolencias recesivas, aquellas que se producen de una versión nociva de un gen heredado de ambos padres.
Tres de sus hijos murieron antes de los 10 años de edad, dos de ellos a causa de dolencias bacterianas. La mortalidad infantil por infecciones bacterianas está asociada a la endogamia.
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