El lanzamiento de la sonda Chandrayaan-1 desde la estación espacial Satish Dhawan resultó perfecto. Está previsto que la sonda orbite durante dos años la Luna desde 100 kilómetros de altura y busque agua y ayude a confeccionar un mapa de minerales.
India lanzó con éxito hoy su primera misión no tripulada a la Luna, un hito histórico con el que esta potencia asiática espera equipararse a China y Japón.
El cohete indio PSLV despegó a hoy, llevando a bordo el aparato espacial Chandrayaan-1, equipado a su vez con una sonda lunar, desde el centro espacial Satish Dhawan de Sriharikota, una península del sureste de la India, situada a 90 km al norte de Madras.
"Es un momento histórico. Ha empezado nuestro viaje a la Luna", dijo exultante el presidente de la Organización India de Investigación Espacial (ISRO), G. Madhavan Nair, entre los aplausos de los ingenieros.
"Nuestros científicos hacen una vez más que el país esté orgulloso y la Nación los saluda", expresó el orimer ministro Manmohan Singh de visita en Japón.
Esta misión inédita consta de varias etapas debe durar dos años. Veinte minutos después del despegue, el cohete PSLV puso en órbita transitoria terrestre a Chandrayaan-1.
Dentro de dos semanas, el aparato espacial, que transporta instrumentos científicos indios, europeos y norteamericanos, debería alcanzar su órbita lunar a 385.000 km de la Tierra. Chandrayaan-1 realizará una serie de experimentos y observaciones alrededor y en la Luna durante dos años, como estudios topográficos, búsqueda de agua, minerales y sustancias químicas, mediante el alunizaje de una sonda que llevará pintados los colores de la India.
El gigante asiático, con ambiciones de superpotencia, quiere demostrar que es un líder en materia de tecnologías espaciales frente a la competencia de China y Japón.
El rival chino dispone de una ventaja colosal en este ámbito. En septiembre consiguió llevar a cabo un paseo espacial humano y reiteró su ambición de realizar un vuelo habitado a la Luna.
Después de los alunizajes de naves habitadas 1969 y 1972 en el marco del programa norteamericano Apollo, las grandes potencias de Asia -Japón, China e India- pugnan por la conquista de la Luna, que quieren transformar en plataforma de exploración espacial y de Marte.
Además del envío de una misión lunar tripulada, China quiere construir un laboratorio en el espacio, competidor de la Estación Espacial Internacional. Japón lanzó una sonda a la Luna a finales de 2007 y quiere mandar allí un astronauta antes de 2020. La India tiene previstos 60 vuelos espaciales de aquí a 2013, también a la Luna y Marte.
Chandrayaan-1, con un presupuesto de 80 millones de dólares, se repetirá en 2010 ó 2012, según la agencia espacial nacional, que sueña con mandar a un indio al espacio. Para preparar este vuelo tripulado, Nueva Delhi consiguió recuperar en la Tierra en 2007 una cápsula lanzada al espacio. Este nuevo peso pesado económico también quiere hacerse un hueco en el selecto y restringido club de los países lanzadores de satélites comerciales. Estados Unidos, Rusia, China, Ucrania y la Agencia Espacial Europea se reparten este mercado de 145.000 millones de dólares en los próximos diez años, según el gabinete Euroconsult.
En abril, la India había logrado la hazaña mundial de poner en órbita -al mismo tiempo y con una sola lanzadera- diez satélites, ocho de ellos extranjeros. El gigante del sur de Asia factura sus lanzamientos un 35% más barato que otras agencias espaciales internacionales.
El programa espacial de esta potencia atómica militar empezó en 1963 pero hasta hace poco estaba reservado a los lanzamientos de sus propios satélites, el primero en 1980. La India ofrece sus servicios espaciales para la seguridad regional: la ISRO lanzó en enero un satélite espía israelí destinado a vigilar las instalaciones nucleares de Irán, que no dejó de expresar su cólera.
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