Desde las guerras balcánicas de finales del siglo XX los ejércitos norteamericano y británico han venido usando materiales radiactivos de desecho para contaminar zonas pobladas mediante la ayuda de explosivos convencionales. Se las confunde con bombas nucleares cuando en realidad no tienen nada que ver unas con otras. Son las «bombas sucias», consistentes en la expansión mediante un explosivo convencional de material radiactivo sobre una área de terreno con el fin de provocar daños a la salud de las personas e impedir la habitabilidad de un territorio. Su forma más concreta vienen siendo los proyectiles con punta de uranio empobrecido, usado habitualmente por el ejército norteamericano fuera de sus fronteras, más como forma de deshacerse del material de desecho de sus centrales nucleares, al tiempo que mejora la eficacia de esos proyectiles, que como ataque intencionado contra la población de las zonas bombardeadas. Los daños a la salud de la población y al ecosistema de las zonas afectadas son considerados daños colaterales.
Se teme que, además de los ejércitos convencionales, haya grupos terroristas dispuestos a usar este tipo de armas, más accesibles que las verdaderas armas nucleares por su diseño mucho más sencillo, aunque con un elevado daño potencial para las víctimas que la sufran. Este tipo de artefacto no se puede calificar, sin embargo, como bomba nuclear ya que no hace uso de reacción nuclear alguna. Lo único que tienen en común las bombas sucias y las nucleares es el uso de elementos radiactivos en su dispositivo.
0 comentarios:
Publicar un comentario