Hasta hace unos veinte años, el litio era un elemento químico que se había utilizado en fórmulas medicinales para el tratamiento de ciertas patologías vinculadas a la depresión. Pero, investigaciones científicas mediante, se encontró de gran utilidad su uso para fabricar baterías. Las baterías de ion litio han venido a reemplazar a las viejas baterías de plomo y cadmio que, además de ser contaminantes, tenían menos capacidad de carga y registraban "efecto memoria" cuando eran recargadas sin que estuviera totalmente agotada su carga anterior.
Con la crisis económica mundial, sumado al anunciado fin del petróleo para los próximos años y la necesidad de combatir la contaminación ambiental generada por el uso intensivo de combustibles fósiles en automóviles, renacieron los proyectos de autos eléctricos.
Y en esta avanzada, las baterías de ion litio son el corazón fundamental, aunque, los modelos presentados son híbridos, es decir, pueden andar solo 60 kilómetros con la carga de la batería y luego pueden seguir con combustibles. Esto es lo que se ha avanzado hasta ahora, aunque hay muchas investigaciones en ciernes para conseguir baterías de mayor duración.
Pero esta sola aparición, y aunque la duración no sea muy larga hasta ahora, ha desatado un movimiento muy intenso de compañías que están intentando quedarse con los yacimientos disponibles de litio en el mundo, y en la puja, incluso, están interesadas en invertir empresas automotrices, como General Motors o Toyota, mientras otras, como Ford, han establecido acuerdos estratégicos con compañías mineras especializadas en el tema.
Los salares de Sudamérica
El 90% de las reservas de litio del mundo se encuentran en los salares ubicados en Bolivia, Chile y Argentina. Los salares han sido, en la antigüedad, grandes lagunas de agua salada que, cuando se retiró el mar dejaron estos depósitos de sal. Si bien el grueso se trata de sales de sodio (utilizada en la cocina) estas están asociadas con sales de litio y, en algunas zonas, con sales de potasio.
El mayor reservorio detectado está en Bolivia, en el Departamento de Potosí, y es el Salar de Uyuni, con una superficie de 12.000 km2, donde está asociado con boro, magnesio y potasio. Además, Bolivia cuenta con varios salares más. El caso de Uyuni es muy interesante porque en 1992 el gobierno de ese momento intentó privatizarlo y la comunidad cercana se opuso, ya que es un sitio turístico.
Con la nueva Constitución promovida por el gobierno de Evo Morales, los recursos del subsuelo dejaron de pertenecer al Estado y pasaron a ser propiedad de las comunidades circundantes. Hoy, las investigaciones para producir carbonato de litio fueron motorizadas por la comunidad con apoyo del Estado, que ha contratado científicos para mejorar la tecnología y conseguir mayor producción.
Se estima que las reservas de litio del Salar de Uyuni alcanzarían a 5,4 millones de toneladas, valuadas en U$S 515.000 millones, aunque los precios se han multiplicado por 10 en los últimos cinco años y podrían seguir creciendo. Por esto, y rememorando la “fiebre del oro”, algunos se animan a pensar que Bolivia está en condiciones de ser el Dorado del Siglo XXI en veinte años más.
En Chile, el principal reservorio es el Salar de Atacama, con una superficie de 3.000 km2, pero además existen una veintena de salares más, dispersos en la zona de Antofagasta y Tarapacá.
En el caso de Argentina, hay más de diez salares ubicados en las provincia de Jujuy, Salta, Catamarca y San Juan. Los más reconocidos son el Salar del Hombre Muerto y el Salar de Arizaro, en Catamarca, y el Salar de Antofalla, en Salta.
No obstante, ya se registran trabajos de exploración y explotación por parte de la empresa Orocobre Limited, que tiene tres proyectos publicados: Olaroz Lithium Proyect, en Jujuy; Santo Domingo Porphyry Proyect, en San Juan y South American Salars, que abarca unas 85.000 hectáreas en 10 salares del norte argentino.
La velocidad empresaria
Los proyectos con baterías de litio tuvieron avances y retrocesos, hasta que este año la General Motors presentó su primer auto híbrido: el Chevrolet Volt, con un diseño muy dinámico y una autonomía de 64 kilómetros que, aunque parezca poco, no lo es. Los especialistas calculan que un automovilista medio no recorre más de 60 kilómetros diarios en los radios urbanos en EEUU y este auto presenta una ventaja muy grande: puede recargarse fácilmente tomando energía de la red domiciliaria.
El lanzamiento del Volt motorizó los proyectos de Toyota y de Ford, mientras el siempre rápido George Soros anunció en junio pasado su decisión de invertir para construir un auto híbrido en la fábrica china Chery y, haciendo gala de su defensa de la ecología, afirmó que financiaría desarrollos similares en Argentina y en Brasil.
Pero Soros se acerca cada vez más al litio boliviano. Es que el inversor tiene intereses concretos en las 9 explotaciones de plata más importantes de Potosí, incluso algunas aledañas al Salar de Uyuni. Quizá por esto, Soros invitó a cenar a Evo Morales en su última visita a Nueva York.
Pero también entre las compañías mineras hay una acelerada carrera por el posicionamiento en la materia. Hace unos días, se anunció que la empresa canadiense Rodinia Minerals adquirió tres salares de litio en Salta a Borax Argentina, una filial del grupo Río Tinto Minerals.
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