Es el primer intento de computación distribuida realizado con éxito y en el que participan voluntarios de todo el mundo.
El proceso de búsqueda
Una antena parabólica gigantesca de radiotelescopio, situada en Arecibo (Puerto Rico), capta señales de radio en la frecuencia del hidrógeno, que es el elemento más abundante del universo, particularmente la del hidrógeno neutro (la de 21 cm). Esta frecuencia (que cae en el rango de radio) atraviesa sin problemas nubes de gas, de polvo, atmósferas y galaxias, por lo que encontrar un patrón regular en esta frecuencia sería un síntoma claro de que alguien está enviando información intencionadamente.
Estas señales procedentes del espacio son procesadas en la Universidad de Berkeley y distribuidos a continuación en pequeños paquetes de 2 min de grabación a colaboradores voluntarios de todo el mundo que emplean sus computadoras personales para analizar las señales en cuestión a fin de determinar si en alguna de ellas se encuentra una secuencia que pueda ser el producto de un ser inteligente.
En realidad cada paquete consta de 107,4 s originales, más un solapeo de unos 15 s de la unidad anterior, para evitar que no se encuentre una señal, por quedar cortada entre dos tramos, así la señal de existir queda registrada en una unidad o en la siguiente.
Son 15 s de solapeo y no otros, debido a que esa es la mayor distancia del rango de frecuencias a la que analiza). Los usuarios de "casa" deben utilizar un programa gratis y voluntario, que se descarga a través de internet exclusivamente de la página de la Universidad de Berkeley, y que tiene 2 versiones:
- Por un lado una versión consiste en un salvapantallas que analiza las señales en los tiempos que el procesador no utiliza recursos.
- Y por otro lado otra versión mucho más rápida y nada vistosa que el usuario ejecuta cuando lo desea. Esta versión fue concebida para usuarios que deciden implicarse más a fondo en ese proyecto.
Además cuentan con un sinfín de programas adicionales que otros usuarios han ido desarrollando para mantenerlos informados sobre el proceso de análisis de las señales. Tras terminar de analizar los paquetes (conocidos por WUs entre sus usuarios, acrónimo de Work Units), el usuario lo devuelve a la Universidad de Berkeley, donde estudian los resultados del análisis y catalogan de acuerdo a la importancia que pueda tener.
Objetivo
Lo que en última instancia se busca son patrones que no obedezcan a la aleatoriedad, hallando la media de la potencia de la señal, se buscan picos cuya potencia se aleja de la media, y la equidistancia entre 3 o más de estas tripletas. La señal es analizada bajo todo un rango de frecuencias a base de acelerarla o disminuirla con funciones Doppler. También es analizada la curva de la fuerza descrita en función del giro del foco propiciado por la rotación terrestre y que para el radiotelescopio de Arecibo, hace que cada 12 segundos exactamente, se salga el objetivo fuera del foco (gausiana). De encontrarse señales candidatas, estas luego deben ceñirse a otros análisis más rigurosos, para descartar procedencias conocidas como por ejemplo interferencias de satélites. Aún después de esto, si alguna señal prevalece, debe confirmarse a través de la observación desde otros radiotelescopios.
El radiotelescopio es el mayor del mundo (en tamaño físico, hasta el momento), con sus 305 m de diámetro, esto le permite recoger señales más débiles que cualquier otro radiotelescopio. Sólo registra el hemisferio norte celeste debido a la orientación y situación propia del radiotelescopio. Las señales son enviadas a la Universidad de Berkeley, donde se empaquetan y se distribuyen entre los usuarios. Se trata de una técnica de computación distribuida, de manera que se junta la potencia de muchas máquinas a lo largo de todo el planeta para analizar agilizando el proceso. Hay alrededor de 4 millones de usuarios con el programa SETI instalado en sus computadores.
Los orígenes
El proyecto fue concebido gracias a Frank Drake, el cual creó una fórmula (llamada Fórmula de Drake), para determinar el número de civilizaciones tecnológicas que podían existir en nuestra galaxia. En 1974, Frank Drake y Carl Sagan emitieron desde el radio telescopio de Arecibo, un mensaje de 2 min en dirección al cúmulo de estrellas M13, un conjunto de unas 500.000 estrellas muy viejas. Este mensaje no fue más que un acto simbólico, pues M13 está situado a 25.000 años luz, por lo que no esperamos respuesta hasta dentro de 50.000 años, pero al enviar un mensaje con una potencia de varios miles de millones de vatios, se abría el camino de los mensajes interestelares.
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