La publicación clara y fiable de la fecha en la que una nueva fuente de energía estará disponible, facilitada por un Gobierno o por un grupo de expertos con la credibilidad suficiente, facilitará ordenar inversiones, llegar a acuerdos y significará también la posibilidad de encauzar la inversión privada hacia la generación de esa energía. Determinar con claridad esa fecha conlleva otras ventajas, porque al convertirse en oficial permite a la economía real una pregunta razonable: ¿qué podré hacer yo, en esa fecha, con esa nueva energía?
Imaginemos una isla desierta. Diez personas en ella, y comida sólo para dos. ¿Podrían llegar estas personas a soluciones democráticas? Obviamente no. Están abocadas a la lucha por la supervivencia.
Imaginemos de nuevo esa isla. Diez personas, esta vez comida para cien. ¿Podrían llegar estas personas a soluciones democráticas?
La respuesta en este caso será, naturalmente, que depende de a qué llamemos comida para cien personas. Esa comida pueden ser 100 fuentes de alimento, capaz cada una de alimentar indefinidamente a una persona, o podemos estar refiriéndonos simplemente a cien raciones de alimentos.
En el primer caso se pueden organizar las cosas. Disponiendo de cien fuentes de alimento, las diez personas pueden no solamente llegar a acuerdos sino, durante un tiempo al menos, crecer y multiplicarse.
Pero si hablamos de cien raciones de comida, esas diez personas tampoco podrán llegar a soluciones democráticas de reparto. Esos diez individuos no pueden aspirar a colaborar para su supervivencia, porque más antes que después, las 100 raciones de comida – o mil, que tanto da- se agotarán.
Así que de modo quizás inconsciente al principio, pero más claramente estratégico según avance el tiempo, esas diez personas encerradas en la pequeña isla irán midiendo sus fuerzas para interrumpir y controlar, en beneficio propio, el suministro de alimentos de otros con el fin de alargar, en lo posible, la propia supervivencia.
Parte oscura
Convirtámonos en novelistas por un momento: si las partes son prudentes veremos cómo en la isla, de forma sorpresiva y misteriosa, irán aconteciendo oscuros asesinatos, extrañas desapariciones de individuos caracterizados por su carácter solitario e introvertido, y con ellos las de sus raciones de alimentos.
Reunidos en torno al primer cadáver, los supervivientes comprenderán que podría haberles pasado a ellos, y experimentarán la necesidad de formar un grupo propio, o integrarse en uno ya existente que pueda servir de protección. En el supuesto de que no haya un individuo claramente dominante que aglutine, desde el comienzo, a un grupo ganador, podrán formarse varios grupos más pequeños.
Ante la evidencia de lo cerrado de la situación, y de que quien da primero da dos veces, en algún momento se declarará una guerra abierta. Si tras la victoria de uno de los grupos la situación de limitación de reservas persiste, y si a estas alturas ese grupo tiene ya un líder sólido, éste podrá administrar la supervivencia de sus ayudantes, simplemente cuidando la evitación de pactos. Cuanto más avance la escasez tanto más probables se irán haciendo el magnicidio o la absoluta soledad del líder.
¿Sería este proceso idéntico para cualquier conjunto de animales encerrados en esa isla? Los hombres se distinguen de otras especies por su mayor capacidad de modelización.
La mayor o menor capacidad de los individuos implicados para modelizar situaciones futuras tiene su consecuencia en la mayor o menor antelación en la aparición de estrategias de supervivencia.
¿El precio de la libertad? Es posible. Para un grupo de mejillones en iguales condiciones la suerte estaría echada de antemano: vivirían placidamente durante once días, diez de ellos bien alimentados y felices.
Imaginemos de nuevo esa isla. Diez personas, esta vez comida para cien. ¿Podrían llegar estas personas a soluciones democráticas?
La respuesta en este caso será, naturalmente, que depende de a qué llamemos comida para cien personas. Esa comida pueden ser 100 fuentes de alimento, capaz cada una de alimentar indefinidamente a una persona, o podemos estar refiriéndonos simplemente a cien raciones de alimentos.
En el primer caso se pueden organizar las cosas. Disponiendo de cien fuentes de alimento, las diez personas pueden no solamente llegar a acuerdos sino, durante un tiempo al menos, crecer y multiplicarse.
Pero si hablamos de cien raciones de comida, esas diez personas tampoco podrán llegar a soluciones democráticas de reparto. Esos diez individuos no pueden aspirar a colaborar para su supervivencia, porque más antes que después, las 100 raciones de comida – o mil, que tanto da- se agotarán.
Así que de modo quizás inconsciente al principio, pero más claramente estratégico según avance el tiempo, esas diez personas encerradas en la pequeña isla irán midiendo sus fuerzas para interrumpir y controlar, en beneficio propio, el suministro de alimentos de otros con el fin de alargar, en lo posible, la propia supervivencia.
Parte oscura
Convirtámonos en novelistas por un momento: si las partes son prudentes veremos cómo en la isla, de forma sorpresiva y misteriosa, irán aconteciendo oscuros asesinatos, extrañas desapariciones de individuos caracterizados por su carácter solitario e introvertido, y con ellos las de sus raciones de alimentos.
Reunidos en torno al primer cadáver, los supervivientes comprenderán que podría haberles pasado a ellos, y experimentarán la necesidad de formar un grupo propio, o integrarse en uno ya existente que pueda servir de protección. En el supuesto de que no haya un individuo claramente dominante que aglutine, desde el comienzo, a un grupo ganador, podrán formarse varios grupos más pequeños.
Ante la evidencia de lo cerrado de la situación, y de que quien da primero da dos veces, en algún momento se declarará una guerra abierta. Si tras la victoria de uno de los grupos la situación de limitación de reservas persiste, y si a estas alturas ese grupo tiene ya un líder sólido, éste podrá administrar la supervivencia de sus ayudantes, simplemente cuidando la evitación de pactos. Cuanto más avance la escasez tanto más probables se irán haciendo el magnicidio o la absoluta soledad del líder.
¿Sería este proceso idéntico para cualquier conjunto de animales encerrados en esa isla? Los hombres se distinguen de otras especies por su mayor capacidad de modelización.
La mayor o menor capacidad de los individuos implicados para modelizar situaciones futuras tiene su consecuencia en la mayor o menor antelación en la aparición de estrategias de supervivencia.
¿El precio de la libertad? Es posible. Para un grupo de mejillones en iguales condiciones la suerte estaría echada de antemano: vivirían placidamente durante once días, diez de ellos bien alimentados y felices.
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