sábado, 24 de mayo de 2008

El planeta alado



Al planeta más cercano al Sol, Mercurio, lo bautizaron así los romanos. Los griegos hubieran preferido usar el nombre de su análogo Hermes, el apodo original del mensajero de los dioses -aquel que calzaba sandalias aladas-, porque se dieron cuenta de que era el planeta más veloz del Sistema Solar, capaz de completar una vuelta alrededor de nuestra estrella en sólo 88 días terrestres. De hecho, Mercurio se mueve tan rápido en el cielo que sus cambios de posición pueden detectarse a simple vista.

Después de pasar los últimos años en el olvido (al menos mediático), este pequeño planeta ha vuelto al candelero. Por un lado, el pasado 14 de enero la sonda MESSENGER de la NASA sobrevoló por primera vez en treinta años Mercurio, enviando imágenes inéditas de su “cara oculta”. Y cuatro días más tarde se daba luz verde oficialmente al desarrollo industrial de BepiColombo, la primera misión europea a Mercurio. Su lanzamiento está previsto para agosto de 2013 y alcanzará su destino en 2019. Mercurio tiene un contenido de hierro más alto que cualquier otro planeta principal en nuestro sistema solar, y las dos naves que integran BepiColombo (la europea Mercury Planetary Orbiter y la japonesa Mercury Magnetospheric Orbiter) intentarán dilucidar cuál de las actuales teorías sobre su origen explica esta composición. También analizarán las condiciones del interior del planeta y su campo magnético, y pondrán a prueba la teoría general de la relatividad de Einstein.

Estudiar Mercurio de cerca no es una tarea fácil. Al fin y al cabo, implica manejar una nave en el difícil entorno de un planeta tan próximo al Sol, donde la radiación es unas diez veces más intensa que en las cercanías de la Tierra. Además, para llegar al planeta y entrar en su órbita se requiere una gran cantidad de energía capaz de repeler la fuerza de atracción de nuestra estrella.

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