Mas del 40% de los océanos de la Tierra está afectado por la actividad humana. Las zonas más dañadas: El mar del Norte, los océanos del Sur y el este de China, el Mar Caribe, los océanos de la costa este y norte de América, el mar Mediterráneo, el mar Rojo, el Golfo Pérsico, el mar de Bering y diversas áreas del Pacífico Occidental. El océano cercano a los polos se salva (Por ahora), pero corre un grave riesgo como consecuencia del cambio climático.
Esto es lo que revela el primer mapa global sobre el estado de los océanos realizado por científicos estadounidenses.
Las perspectivas son desalentadoras, pero el pama ha sido elaborado no sólo para indicar donde se encuentran los problemas, sino, sobre todo para servir de herramienta para solucionarlos.
El 41% de los océanos del planeta está muy afectado por el impacto de la actividad humana, señala el primer mapa global sobre los efectos de nuestras acciones en el entorno marino, que ha sido realizado por científicos del National Center for Ecological Analysis and Synthesis (NCEAS) de la Universidad de California en Santa Barbara, Estados Unidos.
Para el desarrollo de este mapa, un modelo espacial de múltiples escalas, se sintetizaron 17 conjuntos de datos globales de cambio ecológico causado por agentes antropogénicos (como la explotación pesquera, el cambio climático o la contaminación, entre otros) en 20 ecosistemas marinos. Las áreas del océano que han sufrido el menor impacto se encuentran principalmente cerca de los polos terrestres, informa la revista Science.
Este trabajo, dirigido por el NCEAS, fue presentado el pasado 14 de febrero en un encuentro de la American Association for the Advancement of Science (AAAS). En él han trabajado 19 científicos de diversas universidades, organizaciones no gubernamentales y agencias estatales, informa la UC en Santa Bárbara en un comunicado.
Zonas más afectadas
El estudio ha sintetizado datos globales del impacto humano en diversos ecosistemas marinos, como los arrecifes de coral, las plataformas continentales y las profundidades del océano. Investigaciones anteriores habían analizado ya el efecto de actividades aisladas o los daños en ecosistemas concretos, pero no a escala global. Ahora, los científicos disponen de una herramienta con la que conocer la influencia total de las actividades humanas en este entorno.
Según señalan los investigadores, dirigidos por el científico del NCEAS, Ben Halpern, estos resultados demuestran que la situación es mucho peor de lo que cabría esperar y que, en demasiados casos, la magnitud del problema es inquietantemente grande.
Por eso resulta esencial este mapa que, afirman los científicos, puede servir como modelo para el asesoramiento acerca de estos impactos a escalas locales y regionales. El mensaje para los gobiernos y equipos políticos es claro: son necesarias acciones de preservación en muchos lugares de todo el planeta.
Las zonas marinas más fuertemente afectadas incluyen amplias áreas del mar del Norte, de los océanos del sur y el este de China, del Mar Caribe, de los océanos de la costa este y norte de América, del mar Mediterráneo, del mar Rojo, del Golfo Pérsico, del mar de Bering y de diversas áreas del Pacífico occidental.
Ecosistemas en peligro
Las zonas menos afectadas se encuentran mayoritariamente cerca de los polos de la Tierra, y también a lo largo de la costa norte de Australia, y en pequeñas y dispersas localizaciones a lo largo de las costas de Sudamérica, África, Indonesia y el Pacífico Tropical.
Desafortunadamente, según los científicos, a medida que el hielo polar desaparece como consecuencia del cambio climático y las actividades humanas se extienden también a estas áreas, aumenta el riesgo de una rápida degradación de estos ecosistemas que aún se conservan casi en su estado original.
La influencia humana sobre el océano varía asimismo de un ecosistema a otros. Los más dañados son los arrecifes de coral, los lechos marinos, los manglares, los arrecifes rocosos y las montañas marinas. Los ecosistemas menos afectados están en áreas de mar abierto y de fondo suave.
Elaboración del modelo
El NCEAS explica la elaboración del mapa global, que fue llevada a cabo en cuatro fases. En primer lugar, los científicos recopilaron o crearon mapas terrestres de todos los tipos de actividades humanas que directa o indirectamente impactan sobre los ecosistemas oceánicos. En total se realizaron mapas de 17 actividades diferentes. Asimismo, se reunieron mapas relativos a 14 ecosistemas marinos diversos y se modeló la distribución de otros seis ecosistemas más.
En segundo lugar, para estimar las consecuencias ecológicas de estas actividades, los investigadores crearon una metodología de cuantificación de la vulnerabilidad de diferentes ecosistemas marinos frente a cada una de ellas. Posteriormente, en tercer lugar, crearon el mapa de impacto acumulativo a partir de los mapas de las 17 actividades dañinas para el ecosistema y de los datos de vulnerabilidad, con el fin de convertir las amenazas en cifras de impacto ecológico.
Por último, se cotejaron los resultados con datos anteriores sobre estimaciones globales aparecidos en estudios previos y referentes a las condiciones de los ecosistemas marinos.
Todavía incompleto
A pesar de todo este esfuerzo, los autores admiten que el trabajo es aún incompleto, porque muchas de las actividades humanas han sido aún poco estudiadas y hay falta de datos. Sin embargo, a medida que se tengan disponibles nuevos datos, el presente mapa podrá ser redefinido y actualizado. Los científicos temen que esta actualización dé lugar a una perspectiva aún más catastrófica del estado de los océanos.
De cualquier forma, el modelo aporta ya información esencial para la evaluación de los lugares en que ciertas actividades aún no han afectado tanto al mar y de los lugares donde estas actividades deberían detenerse o trasladarse a áreas menos vulnerables.
Con él los grupos ecologistas y de gestión podrán decidir mejor donde, cuando y en que invertir sus esfuerzos y recursos. En la protección de los océanos, el mapa servirá para conocer donde las actividades humanas tienen mayor impacto o establecer que tipos de ecosistemas necesitan intervención.
Los humanos ha usado siempre los océanos para la extracción de recursos o para la actividad comercial, entre otras actividades, pero actualmente estas actividades deben llevarse a cabo de manera sostenible, para que los océanos se mantengan sanos y continúen suministrándonos los recursos que necesitamos y queremos, señala Halpern.
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