viernes, 11 de abril de 2008

Julio Verne: ciencia y tecnología


Julio Verne (1828-1905) es el novelista por excelencia del período histórico que E.J. Hobsbawn denomina La era del capitalismo, y que corresponde al período que se inicia en torno a 1860. Época de grandes cambios y transformaciones socio-económicas en Europa occidental: se produce el tránsito de la I a la II Revolución Industrial, del pre-capitalismo contemporáneo (hijo del liberalismo de Adam Smith), a todo un entramado financiero que a través de las asociaciones y concentraciones empresariales amplía el nuevo modelo social dominado por la sociedad de clases (burguesía- proletariado).


El marco teórico que sustenta este proceso lento pero continuado era, en este momento, el Positivismo de Augusto Comte (1798-1857) y el Vitalismo de Nietzsche (1844-1900).


El hombre se siente ahora dominador de la naturaleza gracias al impulso técnico y científico al que Verne no es ajeno. Bajo una apariencia de novela juvenil y de aventuras, Julio Verne relata una crónica algo imaginativa del espíritu de su época: efectivamente, el hombre se ve capaz de dar la vuelta al mundo en ochenta días, realizar un viaje de 20.000 leguas por debajo del mar, llegar al centro de la Tierra e incluso llegar a la Luna. Mucho se ha comentado sobre los posibles errores científicos de Verne: el Nautilus era poco menos que imposible, la nave que viaja a la Luna no hubiera llegado a tan lejana meta, pero nuestro autor se muestra enormemente documentado siendo algo más que un visionario lleno de predicciones.


Si el 21 de septiembre de 1969 el Apolo XI se posó sobre la superficie lunar, ciento trece años antes Julio Verne había anticipado con enormes similitudes la idea de un viaje espacial: la nave era un proyectil hueco en cuyo interior viajaban los astronautas, la elección novelesca de Florida como lugar de lanzamiento (muy cerca de Cabo Kennedy), la descripción del fenómeno de la falta de gravedad que sufren los astronautas en el espacio exterior, y, por último, la exactitud con la que Verne hace que su nave regrese a la Tierra cayendo al mar a una distancia aproximada de cuatro kilómetros del lugar donde cayó el Apolo VIII (la primera nave tripulada que realizó una órbita lunar).


Para comprender mejor el ambiente científico del siglo XIX en el que Verne vivió, baste citar que el novelista es contemporáneo de Darwin (1809-1882), Mendel (1822-1884), Pasteur (1822-1895), Koch (1843-1910), Maxwell(1831-1879), Hertz (1857-1894), Humboldt (1769-1859), Marx (1818-1883). Roentgen (1845-1923) y Planck (1858-1949).


Citar inventos como el automóvil, el avión, el submarino, el telégrafo, el teléfono, el cinematógrafo o la bombilla eléctrica ayuda a comprender el dominio cada vez mayor sobre la naturaleza, la reducción de las distancias y la ampliación del tiempo disponible por el ser humano.
Si Verne estudia y traslada este ambiente científico a sus obras, en una de ellas, Veinte mil leguas de viaje submarino, realiza una síntesis de tres elementos básicos: lo científico, lo histórico-geográfico y su propio ego. El Nautilus es un submarino eléctrico que incorpora todas las innovaciones científicas del momento y que realiza una travesía por las profundidades del Pacífico, Australia, Península Arábiga, Mar Rojo, Canal de Suez, Mediterráneo, Atlántico, los mares helados del Sur (el Nautilus con su espolón se abre paso a través de los icebergs, clara referencia del dominio de la naturaleza por parte de la técnica). En esta travesía se hace mención de algunas cuestiones capitales del siglo XIX en materia histórica como la trata de esclavos, el nacionalismo (en concreto el griego) y el anti-imperialismo (especialmente anti británico, no apareciendo críticas al imperialismo francés en ninguna de sus obras). La dimensión personal suele asociarse a la figura del capitán Nemo ("Nadie" en latín).


Para concluir una referencia a su novela más destacada, La isla misteriosa, en palabras de Verne "una novela química" tal y como dice a su editor: "Estoy estudiando Química, paso mi tiempo con un profesor de Química y en fábricas de productos químicos, en las que mis trajes han atrapado manchas de las que pasaré la cuenta, pues La isla misteriosa será una novela química".
Verne tomó el mito del robinsonismo, mito burgués iniciado en el siglo XVIII por Defoe cuyo Robinson Crusoe es un canto al individualismo burgués y a la capacidad de la nueva clase dirigente para dominar la naturaleza y el mundo. Su novela no es una historia de náufragos sino un resumen de la filosofía del novelista.

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