Plinio, naturalista del siglo I, nos dejo una interesante descripción del conocimiento que tenían en la antigua Roma sobre los imanes. En su Historia Natural (Libro XXXVI, 25) se recoge esta descripción de los distintos tipos de imanes (traducción libre de la autora):
Bajando de los mármoles hacia las naturalezas sobresalientes del resto de las piedras, ¿quién dudaría en situar al imán entre las primeras? Pues, ¿qué hay más admirable o en qué parte de la naturaleza se encuentra mayor voracidad?
¿Qué hay más tenaz que la dureza del hierro? Le ha aplicado pies y su naturaleza es atraida por la piedra magnética, y aquella materia dominadora de todas las cosas corre no sé cómo al vacío y, cuando se le acerca, salta, se aferra y se sujeta con un abrazo. Por esto la llaman ‘piedra imán’ (sideritis); otros con otro nombre, ‘Heraclion’; ‘piedra magnética’ (magnes) fue llamada por su descubridor; tal como Nicandro testimonia –en el Ida, tal como tengo entendido, pues ciertamente se encuentran por todas partes, hasta en Hispania-, que dice que la encontró en los clavos de las sandalias, pegados a la punta de un bastón, al sacar a pastar el ganado.
Sotaco enumera cinco clases de imanes (magnetes): el de Etiopía y el de la Magnesia vecina de Macedonia, (...) el tercero en Hieto de Beocia, el cuarto cerca de la Alejandría de la Tróade, el quinto en la Magnesia de Asia. La primera diferencia, si es ‘masculino’ o ‘femenino’, reside en su color. Pues el que se encuentra en la Magnesia macedónica es rojo y negro; el beocio en cambio tiene más de rojo que de negro. El que se halla en la Tróade es negro y de sexo femenino y por ello sin fuerza; por su parte, el más débil es el de la Magnesia asiática, de color blanco, que no atrae al hierro y es parecido a la piedra pómez. Se tiene por cierto que son tanto mejores cuanto mayor es su proporción en color azul. Se lleva la palma el etiópico, y se paga su peso en plata. Éste se encuentra en Esmiro de Etiopía; así se llama cierta región arenosa. Allí también se da el imán ‘hematites’ de color sangre, que produce sangre si es raspado y también azafrán. En cuanto a su grado de atracción del hierro no son de la misma naturaleza el ‘hematites’ y el imán. La prueba del imán etiópico es que atrae hacia sí también a otros imanes.
Por otro lado, todos ellos sirven de medicamento para los ojos, cada uno en su proporción, y contienen en gran medida los resfriados. Sanan las quemaduras por fuego o por rozadura.
Bajando de los mármoles hacia las naturalezas sobresalientes del resto de las piedras, ¿quién dudaría en situar al imán entre las primeras? Pues, ¿qué hay más admirable o en qué parte de la naturaleza se encuentra mayor voracidad?
¿Qué hay más tenaz que la dureza del hierro? Le ha aplicado pies y su naturaleza es atraida por la piedra magnética, y aquella materia dominadora de todas las cosas corre no sé cómo al vacío y, cuando se le acerca, salta, se aferra y se sujeta con un abrazo. Por esto la llaman ‘piedra imán’ (sideritis); otros con otro nombre, ‘Heraclion’; ‘piedra magnética’ (magnes) fue llamada por su descubridor; tal como Nicandro testimonia –en el Ida, tal como tengo entendido, pues ciertamente se encuentran por todas partes, hasta en Hispania-, que dice que la encontró en los clavos de las sandalias, pegados a la punta de un bastón, al sacar a pastar el ganado.
Sotaco enumera cinco clases de imanes (magnetes): el de Etiopía y el de la Magnesia vecina de Macedonia, (...) el tercero en Hieto de Beocia, el cuarto cerca de la Alejandría de la Tróade, el quinto en la Magnesia de Asia. La primera diferencia, si es ‘masculino’ o ‘femenino’, reside en su color. Pues el que se encuentra en la Magnesia macedónica es rojo y negro; el beocio en cambio tiene más de rojo que de negro. El que se halla en la Tróade es negro y de sexo femenino y por ello sin fuerza; por su parte, el más débil es el de la Magnesia asiática, de color blanco, que no atrae al hierro y es parecido a la piedra pómez. Se tiene por cierto que son tanto mejores cuanto mayor es su proporción en color azul. Se lleva la palma el etiópico, y se paga su peso en plata. Éste se encuentra en Esmiro de Etiopía; así se llama cierta región arenosa. Allí también se da el imán ‘hematites’ de color sangre, que produce sangre si es raspado y también azafrán. En cuanto a su grado de atracción del hierro no son de la misma naturaleza el ‘hematites’ y el imán. La prueba del imán etiópico es que atrae hacia sí también a otros imanes.
Por otro lado, todos ellos sirven de medicamento para los ojos, cada uno en su proporción, y contienen en gran medida los resfriados. Sanan las quemaduras por fuego o por rozadura.
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